domingo, 20 de junio de 2010

LA VERGÜENZA NACIONAL PARA NIÑOS

Recientemente el "movimiento taurino" ha querido obsequiarnos con una página web donde se acerca a los niños la barbarie de la "Fiesta", como ellos alegremente la llaman. Se les cuenta un cuento, a mi juicio incompleto. Por ello me he tomado la libertad de acabarlo. Para los que quieran avergonzarse con semejante patraña o bombardear la página con críticas, pueden buscar en google "toros para niños". No voy a poner el enlace aquí porque odiaría dar publicidad a semejantes sujetos. Este es, pues, el cuento que yo leo entre líneas en la susodicha página, el verdadero: 




“El toro es un animal extraordinario y para muchos el más bonito del mundo. Vive en libertad rodeado de otros animales”. Son cuidados por el ganadero, que gana enormes cantidades de dinero a costa de ellos. A los cuatro años de edad, después de haber vivido plácidamente en la finca ganadera, el toro se lleva a la plaza. Allí son alojados en los corrales de la plaza y son observados con mucha expectación por aficionados y toreros,todos cabestros de primera. En la plaza se lidian los toros”. Ésos días las gradas se llenan de gente horrible, entre ellos políticos, personalidades importantes e incluso reyes,que disfrutan con el sufrimiento de ésos "extraordinarios animales, para muchos los más bonitos del mundo". Si un toro durante su lidia se muestra muy bravo, se le premia con su vuelta a casa, pero sí se pasa de bravo y es más fuerte que el torero y le hace pupa, es ejecutado de inmediato. De todas formas pocas veces el toro muestra una gran bravura, pues antes de salir a la plaza le hacen algunas perrerías como limarles los cuernos y otras cosillas para debilitarle. Ya en la plaza unos señores montados en preciosos caballitos que a veces también sufren e incluso acaban muriendo, les insertan unas puyas. Esto hace que el torito no pueda moverse con facilidad y que pierda una gran cantidad de sangre. Cuando ya está débil y mareado por la pérdida de sangre, un señor con mayas ajustadas y brillantes le marea y le humilla con un capote. De ésta forma le es más fácil parecer valiente y de paso llenarle el cuerpo de banderillas, que es algo así como que te claven un montón de lanzas por todo el cuerpo. Los toros van perdiendo más y más sangre y sufriendo un enorme dolor. Por hacer esto, el señor de las mayas gana más dinero que tu papá y tu mamá juntos en un año trabajando doce horas diarias. También en la plaza a los toritos les clavan una espada enorme. A esto se le llama estocada y lo bueno que tiene es que el animal no muere inmediatamente, sino que lo hace lentamente y entre insoportables dolores. Finalmente le dan la puntilla que acaba asfixiándolos y al fin mueren. Ya muertos, las personas de las gradas gritan al unísono, como los malos de las películas de romanos cuando los cristianos eran arrojados a los leones. Estos gritos son para celebrar que el toro ha sufrido mucho y también para que sea nuevamente humillado tras su muerte. Para ello le cortarán las orejas y a veces el rabo y se lo entregarán al señor de las mayas ajustadas como trofeo, como en las películas de indios y vaqueros cuando los “salvajes” se llevaban las cabelleras de los vaqueros muertos.
Pero, queridos niños, no os apenéis ni asustéis por los toritos, porque a ellos les gusta ésta vida y son felices pudiendo salir a la plaza a divertir a unos cuantos “humanos” y a enriquecer a otros. Son tan felices como lo eran los esclavos africanos hace años cuando se les concedía el honor de servir a sus amos blancos. Y colorín colorado, éste cuento se ha acabado. Y a quien no le haya gustado, que se joda y a mirar para otro lado.



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