lunes, 30 de mayo de 2011

Sueños


Todos mis pensamientos se me antojan tristes.
Detesto el lado triste de mis pensamientos.
A ella tampoco le gusta ésta lluvia
de cien fuegos errantes.
Salto al vacío y ésa gota de agua
que se ha formado en tu garganta
es la escaramuza que las dos andábamos buscando.
Cierro el grifo y una araña salta del techo a mi mano.
Se posa con suavidad.
No teme el cruel desenlace
de mis dedos chocando contra su cuerpo blando, diminuto.
Meto dos pequeños baobabs
en el fondo de una cacerola rebosante
de agua y borbotones a cien grados centígrados.
Me he convertido en un ama de casa echada a perder,
con mi larga trenza recogida en mi cogote azul celeste.

Bárbara murió como una dama.
Con las manos blancas sobre su vientre frío
También quiero irme así.
No más retorcimientos de huesos, gestos góticos.
No más pinceladas amarillas en mi rostro apagado.
Mi garganta se ha propuesto dejarme sorda.
Grita como si dos alas batieran
en mis cuerdas vocales.
Soy el baluarte de la diferencia;
la lesbiana que quisiera encontrar y aniquilar;
la persona a la que podría amar
para después apretar su cuello con saña
hasta oír su último canto.
Basta con abrir mi pecho
con un estilete muy afilado.
Dentro hallaréis vísceras y algo de vino añejo.
La copa se rompe y vuelvo a escanciar mi sangre.
Mi quimera salta en mil pedazos.
Algunos se clavan entre mis uñas.
Bárbara murió como una dama.
Con las uñas perfectas y recién pintadas.
Yo quiero irme igual.
Con la serenidad de un sabio;
con el ombligo oculto bajo una venda
de diez metros de espesor.

Ésta noche también vendrán a verme mis sueños,
mis amados monstruos de mil cabezas.
Mis manos deslizándose por sus muslos escarlata.
Y hundir mi rostro en el ángulo de su sexo
como en una ola salvaje y salada,
mientras almaceno en mi álbum de perfumes,
de sabores, de tactos,
todo su cuerpo de mujer,
más cuerpo que nunca bajo el roce de mis alas.
Me faltará la desesperación de ayer.
Hoy es de nuevo una suerte de aceptación de mi fracaso.
No puedo amarla, pero aún es más difícil no amarla.
Amar y no desear ser amado: Arte masoquista
que practico desde que la tortuga dejó su caparazón
para convertirse en un gato de movimientos lentos
y afiladas garras.

Trotamundos. Calzo un treinta y siete
y a penas descanso cuando planto mis pies en la tierra.
El aire es otra cosa.
Veo todo a dos palmos del suelo
y me asquea o me emociona a partes iguales.
Subes conmigo. Luego te lanzo por los aires.
Construyo un templo bajo mi soledad
y te ofrezco mi trono y mi cetro.
Y me amas por ello, no lo niegues.
Me amas al sentirte tan bella en mi mirada.
Y luego te cansas. Y bajas.
Y gritas sin despegar los labios.
De una patada lanzaré el trono por los aires
y lo que queda de ti y de mí.
Orgullo pisoteado, orgullo vengado.

Madrid 1999

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