miércoles, 30 de julio de 2008

Léolo


"A tí, la dama, la audaz melancolía

que con un grito solitario

hiende mis carnes ofreciéndolas al tedio.

Tú que atormentas mis noches

cuando no sé que camino tomar,

te he pagado cien veces mi deuda.

De las brasas del ensueño

sólo me quedan las cenizas

de una sombra de la mentira

que tú me habías obligado a oir.

Y la blanca plenitud no era el viejo interludio,

sino una morena de fríos tobillos

que me clavó la pena de pecho

punzante en que creí.

Y sólo me dejó el remordimiento

de haber visto nacer la luz

sobre mi soledad."

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